La rinoplastia es una intervención quirúrgica en la que se resuelven principalmente los problemas estéticos de la nariz tales como la giba ósea, el hueso que sobresale del dorso de la nariz a semejanza de una joroba; las desviaciones hacia la derecha o izquierda de la totalidad de la nariz; las adquiridas en la vida por traumatismos y enfermedades y las malformaciones congénitas como las secuelas del labio y paladar hendido, entre otros factores genéticos.
Actualmente, la rinoplastia busca que la nariz devuelva la armonía facial al paciente, es decir que un resultado óptimo, generalmente, hace que la nariz siga los rasgos estructurales de la cara. Uno de los objetivos principales del cirujano es producir narices que luzcan como "no operadas".
El paciente puede ser dado de alta una vez que los efectos residuales de la anestesia hayan pasado, típicamente tres a seis horas después de la cirugía.
Durante los primeros días tras la intervención, el paciente debe mantener un reposo relativo, en posición semisentado, ingiriendo abundantes líquidos (debido a la sequedad oral que produce la respiración oral), tomando los analgésicos y demás medicamentos prescritos. La alimentación puede ser normal según la tolerancia del paciente.